Agile & Productivity Strategies

Cuando hablamos de objetivos o metas, nos referimos a aquello, concreto, preciso, que queremos conseguir en un determinado momento. Los motivos son el impulso por el cual perseguimos ese objetivo, la razón por la cual insistimos en lograrlo.

Tener un objeto de motivación nos inspira a establecer metas, pero no así a concretarlas. Es por eso que fiarnos de la emoción que nos provoca un ideal es riesgoso, puesto que estamos sujetos a sus altibajos.Muchos elementos pueden alterar nuestro estado de ánimo, y con ello nuestro nivel de concentración, y compromiso.

Los anhelos gobiernan nuestra actitud, y esto sucede, en gran medida, de manera inconsciente. Si somos conscientes de estos agentes aspiracionales, entonces seremos capaces de establecer objetivos alineados a dichos propósitos. Aterrizando los designios que se fraguan en nuestro interior, con metas concretas y acciones definidas.

Una voluntad reprimida drena energía, y tarde o temprano, encuentra su forma de hacerse notar.

Tenemos la percepción de que hablar de objetivos es hablar de trabajo. Y que las responsabilidades de cara al éxito, acabarán por suprimir cualquier ideal. Se nos olvida que somos seres multidimensionales y que, el verdadero éxito, es lograr el balance entre todas las facetas que nos conforman. Profesional, social/ familiar, personal/ emocional.

Cada uno de estos aspectos demanda planteamientos aspiracionales y evolutivos. Cada dimensión requiere objetivos que fijen el rumbo, y motivos que nos inviten a resistir las adversidades. Cada rubro nos exige permanecer flexibles al cambio y, a su vez, firmes a nuestros valores.

No es mi intención poetizar los objetivos ni concretizar los motivos, sino hacerlos converger. En tanto lo que pensamos y decimos, y lo que hacemos y sentimos, fluye con sinergia, volviendonos más efectivos y conscientes.

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